jueves, 2 de junio de 2016

QUIEN TIENE UN AMIGO TIENE...
Un tesoro, solemos decir. La amistad. Una forma de vivir el amor con el cariño y el afecto hacia otros. Gracias hemos de dar a Dios por esa capacidad humana de expandir el corazón hacia otros. Hacia los amigos y las amigas. Hay amigos íntimos, simplemente amigos y conocidos. Son categorías distintas. Los primeros suelen ser pocos. A veces surgieron en nuestros años de infancia y colegio. O en los años intensos, en lo sentimental, de la adolescencia. Y con frecuencia, ya en la vida universitaria, profesional o laboral. Incluso, entre los padres de los compañeros de colegio de nuestros hijos. Cada uno tiene su historia personal en este terreno de las amistades.




En mi caso, algunos de los amigos íntimos proceden de esos tiempos de estudios. Años del bachillerato. Conectamos desde el principio, sin reservas, con lealtades. Vivimos juntos mil experiencias y situaciones. Crecimos. La vida nos llevó por diferentes caminos. Pero con nuestra amistad siempre viva. Luminosa y palpitante. O creciente. Con visos de plenitud total. Esta amistad que lleva a identificarse siempre con las alegrías del amigo y sentir con él sus penas. A desearles en todo tiempo lo mejor. Y a ser felices en los momentos de encuentro. Hay otros, también, surgidos más tarde en el devenir de nuestro caminar, que nos llevan a la misma situación.

Y luego están los amigos. Los de toda la vida, los encontrados en diversos recodos del camino, chicos y chicas, desde nuestros primeros años hasta ahora. Amigos que se encuentran y que se pierden. Y se reencuentran. Quizás porque nunca dejaron de serlo. O porque no nos percatamos, en su momento, de que lo eran. Es bonito poder comprobar, con el paso de los años, que nos rodean muchos amigos y amigas. Que recuperamos otros que las nubes del tiempo habían ocultado. Es hermoso sentir que caminamos por la existencia bien acompañados. Aunque haya distancias, muchas veces, entre nosotros. Y es reconfortante, también, ver surgir conocidos en nuestro camino. Gentes que distinguimos entre la masa de caras anónimas. Que saludamos. Y ahora, además, con los que nos comunicamos por whatsapp y las redes sociales. Por eso, quien tiene un amigo tiene un tesoro.

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