viernes, 4 de agosto de 2017

RECORDANDO (3): LA RONDALLA EN LAS CUATRO CALLES.

Durante bastantes años nuestro ansiado veraneo en Ribadeo tenía un gran aliciente. Para muchos de nosotros. En determinadas noches de agosto, acudíamos después de la cena al centro del pueblo. Al acercarnos, se escuchaba ya la música de guitarras, laudes y bandurrias. Un corro de gente se iba ensanchando, taponando la calle. Nos uníamos, buscando algún hueco. Y las notas de la música se acoplaban con las voces de la rondalla. ...No de cualquier rondalla. Era la del verano, la de todos los veranos. Recorríamos sus rostros, mientras cantaban. Si, allí estaban ellos y ellas, los mismos. Un silencio profundo hacía sitio a sus canciones. Habaneras de siempre y canciones eternas de Ribadeo. Canciones que hablaban de mar y de navíos, de amores y de marcha a tierras lejanas, de regresos.

Allí se daba vida y continuidad a una tradición secular del pueblo. Bien aficionado a las rondallas y al cantar. Aquí y allá...y en algunos bares. Después, caminábamos todos, tras ellos, calle abajo, hacia Porcillán. Y en la Fuente de los Cuatro Caños, un alto prolongado, lleno de vida, en la quietud de la noche. A veces luna llena y estrellas en lo alto para hacer más romántico el momento. Todos cantábamos, en voz alta o para adentro. Otras, la neblina cubría el cielo que lloraba gotitas de orballo. Me quedo con esas canciones en esa fuente, tan querida para muchos de nosotros. Hermosa en su sencillez. Guardo en mis recuerdos el "Yo quiero ser marinero" o el "Yo te diré" y el sonido emotivo de las guitarras, los laúdes, los violines de aquella Rondalla que un mal día se nos fue. ¡Qué pena!

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